CUANDO
LLUEVE EN MIS OJOS
“Siento
un nudo en la garganta”, “Se me arrugó el corazón”, “Los hombres no lloran”,
“Deseo llorar”, “Siento tanta emoción que no puedo controlar mi deseo de
llorar”, unas de las hermosas señales de la divinidad que se manifiestan en
nosotros como seres humanos, es el estar llenos de esa sensibilidad que nos
hace susceptibles a sentir en un momento determinado según la conexión
emocional el deseo de llorar. Tal vez asociamos las lágrimas con situaciones
emocionales no deseadas y de momentos dolorosos, sin embargo ellas se conectan
igualmente ante emociones gratificantes y altamente emotivas. Erróneamente
solemos intentar reprimir el aflorar el deseo de llorar, cuando en realidad
debemos dejar fluir con total libertad esa sensación telúrica que mueve nuestro
ser a tal punto que perdemos el control de nuestras emociones, pues a través de
las lágrimas activamos ese sistema de drenaje natural con el cual fuimos
dotados de manera de no llegar a un colapso emocional. Cuando cohibimos el
llanto damos paso en nuestro interior a un aumento peligroso y silente de
emociones encontradas que finalmente socavará nuestro equilibrio psicológico,
lo cual repercutirá en el perfecto desenvolvimiento de nuestras relaciones
humanas, incluyendo la sustentabilidad con nuestro ser. Queridos y apreciados
lectores, desde pequeños en la mayoría de los casos solemos recibir por parte
de los mayores aquellas equivocadas instrucciones donde nos dicen “que no
lloremos” y en el caso del género masculino mucho menos. Nadie por llorar de
denigra, nadie por llorar se degrada, nadie por llorar se debilita, todo lo
contrario, al llorar dejamos salir cual olla de presión aquellas emociones por
esa válvula de escape que impide que estallemos emocionalmente, permitiendo con
ello el posterior fortalecimiento de nuestro ser al dejar fluir aquel grillete
que pudo haber detenido nuestra libertad de sentir. Las emociones son aquellas
ramas que conforman el árbol de nuestro ser, en ellas se sustentan las hojas,
flores y frutos, todas interconectadas en esa perfecta sincronía que nos
permite coexistir con otros árboles que viven y sienten igual que nosotros.
Somos seres sensibles y eso es hermoso, pues al permitirnos navegar sobre las
olas de las emociones, crecemos y fortalecemos vínculos, reconocemos que dentro
de nuestro ser hay sentimientos que nos confirman que estamos vivos y somos
parte de un presente perfecto, al llorar soltamos aquello que es necesario para
seguir posteriormente en nuestra ruta de vida, con el convencimiento que
supimos superar un momento afectivo diferente y álgido. Igual sucede al sentir
la llegada a nuestras vidas de la materialización de esos deseos y sueños, así
como el arribo mágico del amor y sus frutos, donde la emoción es tan grande que
igual es necesario librar esa energía que acelera nuestro corazón por la alta
vibración que nos arropa en ese inolvidable momento de nuestras vidas, en todo
caso si sentimos que llueve dentro de nosotros no saquemos el paraguas y
dejemos que fluyan cual cascadas, aquellas lagrimas que nos indican “Que estamos
vivos al tener la fortuna de sentir”.
Héctor Baptista, Facilitador para crear Pensamientos Reforzadores de Vida. Sígueme por Instagram y Facebook a través de @mensajesdelcorazonhb Asesorías y Orientaciones a través del email:cuandohablaelamor1@gmail.com
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