JUZGANDO AL JUEZ

Solemos ver casi con normalidad a cualquier persona opinando y calificando cual juez sobre otra, sólo porque su ego le permite creer que ella es mejor que la persona que sentó en el banquillo de la descalificación. ¿Será que la perfección existe en los seres humanos? Hay una frase bíblica que tiene coherencia con el tema la cual reza “Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Tener aires de grandeza y de superioridad simplemente pone en evidencia la carencia humana que posee la persona que se engaña al creerse que es la cúspide de lo supremo, cuando en realidad su poca humildad le expone a ser vista desde el otro lado del río. Qué tan productivo pude ser exponer a otra persona y descalificar su físico, su intelecto, su manera de expresarse, su gustos, sus forma de vestir e inclusive hasta con quien se relaciona. Si realmente somos objetivos seguramente hemos podido ver a personas que erróneamente viven juzgando a otras. Cada uno de nosotros tiene su particularidad de pensar, de sentir y de vivir, siendo eso hermoso y perfecto. Entonces que contradictorio el empleo que solemos utilizar en el refrán “Dime con quién andas y te diré quién eres”, no necesariamente tenemos que ser igual a la persona con quien compartimos, eso es otro error que solemos cometer al generalizar, en donde se evidencia igual haber sido parte de un prejuicio. Queridos y apreciados lectores, a nadie le gusta ser juzgado, interpelado y menos expuestos al escarnio público, por ello lo importante de no hacer a otros lo que no desearíamos nos hicieran. Pensemos que al criticar nos estamos degradando como seres humanos y no olvidemos que si algo realmente es inevitable es ser parte del efecto bumerán, pues crean o no, lo que hacemos en algún momento lo recibimos, tarde o temprano pero finalmente llegará el momento que nos midan con la misma vara con la cual intentamos medir a otra persona. Sabemos que la cotidianidad y la sociedad se han encargado en el tiempo de ver atractivo criticar y juzgar a otros, llegando inclusive a inmiscuirnos en las vidas privadas de las personas. Pues cuando opinamos de tal ser humano por la pareja que tiene, por la manera como comparten, de su naturalidad de vivir su relación e inclusive hasta el descaro de ver defectos físicos y de asuntos asociados a cierto nivel social en la persona que eligió como pareja, nos convertimos en jueces sin ley, tendríamos entonces que preguntarnos ¿Seremos tan perfectos que tenemos derecho de opinar sobre otra persona? Y si lo llegáramos a creer que lo somos, sería bueno preguntarse ¿Nos gustaría que sentaran en el banquillo de la crítica a esa persona importante para nosotros? Es hora de preocuparnos por ir depurando nuestra conducta que asumimos a través de una cultura antihumana, que finalmente termina enemistando y separando a seres humanos como tú y como yo. Sólo hace falta levantar la mirada del reconocimiento y darnos cuenta que por juzgar tenemos familiares que decidieron alejarse, que por juzgar no somos bien vistos en el trabajo, que por ser jueces perdimos personas que antes eran nuestros amigos. Es hora de juzgar al juez y sentenciarle que si sigue así, finalmente le tratarán por lo que tiene y no por lo que vale y le tocará pagar una condena seguramente perpetua de estar rodeadas de personas y aun así sentirán que están totalmente solas.

Héctor Baptista, Facilitador de Pensamientos Reforzadores de Vida, Practicante del Círculo de Realización Personal (CRP) en instagram por @mensajes_del_corazon_hb 



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