ROMPIENDO EL CONTROL

Hasta qué punto podremos resistir soportar estar bajo el yugo de una persona controladora. “No sé qué me pasa pero termino haciendo lo que me dice, así no me guste”, “Me siento mal porque no logro sentirme bien”, “Deseo algo que no me permiten”. ¿Realmente vale la pena permitir que nuestros gustos y emociones estén sujetos a la voluntad de otra persona? Existen personas que en su astucia de conocer la personalidad de cada ser humano con las cuales se relacionan, buscan identificar aquellos espacios sensibles donde solemos tener alguna flaqueza y es allí donde concentra su estrategia para sacar provecho y controlar nuestras vidas a tal punto que terminamos complaciendo y ejecutando actividades para su beneficio, quedamos nosotros en un segundo plano, bajo la tristeza de no sentirnos bien. Exponernos al abuzo de una manipulación, de estar al lado de un ser humano sin sensibilidad que sólo buscar controlar todo a su manera particular de planificar sus estrategias en pro de su beneficio personal es muy doloroso, pues además de mantenernos en un estado emocional negativo, deteriora nuestra salud mental y física. Recordemos que no existen seres superiores, ni inferiores, todos absolutamente todos los seres humanos somos iguales a pesar de aquellas variaciones físicas y mentales que nos caracterizan y nos hacen exclusivos, pero en esencia cuando se trata de las relaciones humanas todos tenemos el mismo derecho de hacer y pensar en libertad. Muchas veces vemos gerentes que suelen tratar de verbo y acción mal a su personal, por pensar erróneamente que por ser el responsable en una escala laboral de responsabilidades especiales, creen tener derecho de ofender y manipular a otros. Igual sucede en las parejas donde uno de sus integrantes por alguna razón económica o cultural, cree que puede hacer de su voluntad el dominio sobre su pareja. Queridos y apreciados lectores, si algo no es de nuestro agrado cuando estamos frente a un ser humano controlador busquemos identificar en nosotros el valor de reconocer que somos importantes y que nadie puede, ni podrá estar por encima de nuestra esencia humana. Cuando nos decimos “Primero Yo” hay que ponerlo en práctica y no dejarlo en una simple frase motivadora, es momento de tomar el control de nuestras vidas iniciando por la autoestima, entendiendo que indiferentemente de la responsabilidad que podamos tener en nuestra cotidianidad del trabajo o la vida, no debemos dejarnos manipular por los deseos perversos de seres egoístas y asociales, que sólo buscan sacar provecho de nuestra buena voluntad y hasta de la posible dependencia que podamos tener en aquellos casos donde aún no hemos conseguido fortalecer en nosotros. Recordemos igualmente no hacer a otros lo que no deseamos que nos hagan. La vida se nos va muy rápido y suele ocurrir que cuando nos damos cuenta de lo importante somos nosotros, reconocemos que antes que cualquier beneficio económico, sentimental y social primero está nuestra tranquilidad emocional. Si el trabajo no funciona, toma el valor de vencer tu temor y cambia, si la relación te ahoga toma el valor de reconocer tu belleza interna y cambia, si no te sientes a gusto como te tratan, mírate en el espejo y busca recuperar el valor para cambiar. Recordemos que si nos sentimos mal fue porque nosotros así lo decidimos, venzamos a lo que tememos, enfrentando al fantasma y regalémonos una vida que valga la pena disfrutar cada día, por nosotros y para nosotros.

Héctor Baptista, Facilitador de Pensamientos Reforzadores de Vida, Practicante del Círculo de Realización Personal (CRP) en instagram por @mensajes_del_corazon_hb 



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