BASTA DE CULPARME
Aunque parezca sorprendente somos
muchos quienes sin darnos cuenta conscientemente, solemos castigarnos luego de
haber vivido un evento o situación que de alguna manera nos marcó con su
envestida a muestro ser. Se trata de aquellas negaciones que nos imponemos
luego de experimentar una experiencia desagradable, como por ejemplo cuando
vemos alguien que al compartir en una relación sentimental que no funcionó,
decide bloquear cualquier otro tipo de acercamiento con otra persona con
intenciones afectivas, donde suelen intentar justificar su temor con
expresiones como: “No me vuelvo a enamorar”, “No quiero saber más nada de
hombres o mujeres”, tomando una actitud blindada, donde no se permiten volver a
compartir algo similar, pensando que le volverá a suceder lo que pudo haber
vivido en el pasado. Igual sucede en los casos donde nos correspondió dar la
cara bien sea en una clase, en alguna actividad social, familiar o laboral y
que por distintas razones algo no salió tan bien como hubiésemos inicialmente
querido, creando en nosotros esa fobia de vivir algo similar, igual ocurre cuando
por nuestra generosa y honesta personalidad, somos víctimas al ser engañados,
estafados o ultrajados, por quienes en un momento se aprovecharon de nuestra
buena fe. En todos estos casos debemos recibir lo vivido, con el debido
aprendizaje que lógicamente ameritará obtener, sin que ello sea un limitante
para seguir adelante con nuestros proyectos de vida. Queridos y apreciados
lectores, ciertamente es triste ver que por las acciones de terceros en su
desequilibrio emocional y mala intención con nosotros, terminamos optando por
castigarnos y vivir reclamándonos constantemente por algo que no es nuestro.
Pues quien se aprovechó o nos lastimó, seguramente seguirá su vida sin
importarle aquello que conscientemente hizo y nosotros nos quedamos en el
tiempo conectado en una sensación falsa, triste, pesada, que nos arrinconan a ver
pasar las horas, días y años, estando en una posición que nos diseñamos para
evitar algo que no sabemos si volverá a ocurrir. Pues si ciertamente de esas
vivencias logramos identificar el mensaje y analizamos lo que fue nuestra
participación al proporcionar las condiciones de lo ocurrido, seguramente sin
resentimiento podremos volver a vivir lo que en su oportunidad llenó de emoción
y de alegría nuestro ser de manera positiva. Recordemos que ningún ser humano
es feliz estando solo, pues la soledad bien sabemos no es buena compañera y es
que cuando actúe el tiempo en nosotros, notaremos que se nos hará mucho más
cuesta arriba materializar aquellos sueños que por nuestro temor nos reprimimos
al engañarnos que no hacía falta. Así que de ahora en adelante si sentimos que
algo nos dolió, vivamos ese dolor como un impulso para hacer correcciones de
vida, sin que ello sea reclamarnos y castigarnos por las acciones o inacciones
de otras personas. No le demos cabida, ni albergue a resentimientos, temores,
rabias, dolencias, que pudimos haber sentido en un momento determinado, pues no
podemos esperar recibir una flor del jardín de nuestra vida, si en él nunca
abonamos el terreno, ni sembramos aquella semilla necesaria para que creciera
aquella planta que nos brindará su colorido y belleza natural. Así que dejemos
de culparnos por el culpable, simplemente ocupémonos de seguir creciendo,
consolidando el maravilloso ser humano que representamos y deseamos potenciar.
Comentarios
Publicar un comentario