VIVIENDO UNA AÑORANZA QUE NO ES APEGO
Es posible que en algún momento de nuestro desarrollo de vida nos toque
experimentar momentos sensibles al extrañar, a personas, lugares, momentos,
situaciones o tradiciones, que por el mismo desarrollo de nuestros proyectos de
vida, nos corresponde asumir y sentir. En estas situaciones estamos frente a
una añoranza de algo que es parte de nosotros, sin que ello sea un apego. Recordemos
que el apego es dañino para nuestro estado emocional y físico, no así esas
añoranzas que nos trasladan en un momento presente a lugares, ambientes y
personas importantes en nuestro proceso de crecimiento personal. La añoranza se
hace presente cuando esos hermosos recuerdos que llevamos en nuestro corazón,
nos trasladan esos instantes importantes de alegría y felicidad. “Añoro a mí
país amado”, “Añoro ese rico café que compartía con mi abuela”, “Añoro esos
hermosos momentos de mi infancia”, “Añoro ese beso que me encanta recibir de mi
pareja”. En estos casos que de manera referencial ejemplarizamos, podemos visualizar
que en ellos no hay apego alguno, sólo el recuerdo de una felicidad vivida, que
por su importancia en nuestra arquitectura de vida, logró materializar en
nosotros ese ser humano, maravilloso, espléndido y notable que hoy
orgullosamente representamos. Queridos y apreciados lectores, es importante
entender que nuestro pasado siempre será importante y maravilloso, dado a que
gracias a él somos la persona que hoy representamos. Es positivo hacer en
oportunidades esas pausas en nuestro recorrido de vida, para valorar aquellos
elementos que afortunadamente forman parte de nuestra abundancia, indistintamente
que por la razón que nos pudiese tocar vivir en el presente ellas físicamente no
estén a nuestro alcance. Nacemos y en nuestro proceso vamos nutriéndonos de los
cuidados de amor que recibimos, de ellos se fundamentan las bases de los
valores que hoy nos hacen ser los seres humanos que orgullosamente personificamos.
Aquel que ama a su madre la honra y le añora por la infinita felicidad y
cuidados que a través de ella en su proceso de crecimiento recibió, pues de
allí queda la fértil semilla que germinará en nosotros cuando nos corresponda inundar
de amor a otro ser que amemos y requiera de nuestros cuidados. Esa madre igual se
representa en nuestro país de nacimiento, cuando por alguna razón laboral o
personal nos corresponde vivirla a distancia, pues nuestra amada tierra nos
brindó el tesoros de sus tradiciones, ambientes, vivencias, así como la
cantidad de personas representadas entre familiares y amigos, que llenan de
felicidad nuestro ser, al habernos igual alimentado con sus riquezas y es que
definitivamente sólo añoramos aquello que nos llena de felicidad al recordarle,
las añoranzas vienen ligadas a la alegría vivida. Sólo se añora lo que se ama y
únicamente se sufre por aquello por lo cual nos acostumbramos (El Apego). Aquí la
gran diferencia entre añorar y el apego. Vivamos con alegría aquellas personas,
momentos y lugares, que formarán siempre parte de nuestro presente y que nos
seguirán impulsando en la construcción de aquel futuro que nos propusimos
alcanzar, pues al recibir la satisfacción del logro alcanzado, horraremos a
quienes nos impulsaron desde el proceso de crecimiento personal al fusionarse a
nuestro ser por amor.
Héctor Baptista, Facilitador para crear Pensamientos Reforzadores de
Vida. Practicante del Círculo de Realización Personal (CRP). Sígueme por Instagram
y Facebook a través de @mensajesdelcorazonhb Asesorías y Orientaciones a
través del email:cuandohablaelamor1@gmail.com
Comentarios
Publicar un comentario