HUMILDEMENTE HABLANDO
La sencillez puede ser nuestra mejor carta de
presentación cuando de valores humanos nos referimos.
Si una cosa es admirable en una persona, es la
capacidad de poder ser grande por sus cualidades, destrezas, habilidades,
logros o riquezas y aún así, no perder la naturalidad que como individuo, le permite
destacarse como un ser supremo.
La humildad es la respuesta espontánea que poseen
las personas de arraigados valores, que tienen como base de sus valoraciones la
empatía con el resto de las personas que le rodean.
Queridos y apreciados lectores, “no todos los que
tienen son y no todos los que son tienen”. Pareciera una expresión sin sentido
o contradictoria, pero el fundamento de ese razonamiento va orientado a la
capacidad que tienen algunos seres humanos, en identificarse con el prójimo y
ser desprendidos de cualquier oportunidad o connotación más elevada que pueda
tener ante otros y buscar restar distancia, para estar a un nivel de iguales.
Por otra parte están las personas que se le hace
casi vital poder tener más que otros, para presumir, alardear o llenar un vacío
por carencia, remordimiento, frustraciones, ante situaciones desalentadoras que
terminaron afectado una parte interna de su ser. Son éstas personas las que al
final están rodeadas de seres humanos que le siguen por lo que tienen, pero no por
lo que son y finalmente terminan estando solas.
Ser rico es maravilloso, ser grande y exitoso, no
tiene comparación, pues allí yace el horizonte que cada uno de nosotros deseamos
alcanzar día a día. Lo importante es no perder nunca nuestra esencia natural,
esa humildad que nos hace ser unos seres notables y exclusivos.
Héctor Baptista, Facilitador para crear Pensamientos Reforzadores de
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